Los niños necesitan moverse, correr, saltar, brincar, ir de un lado a otro. El baloncesto les permitirá canalizar toda esa vitalidad de un modo positivo; les va a permitir desarrollar múltiples habilidades no solo físicas, también emocionales y sociales.
El ajedrez tiene un enorme potencial educativo y formativo, puede actuar como un transmisor de un importante número de aspectos de carácter psicológico y de aprendizaje.
Por medio de la expresión en la pintura el niño pone en práctica su creatividad e imaginación experimentando con diferentes texturas y técnicas que favorecen su desarrollo en la motricidad fina y gruesa.
Aprender a tocar un instrumento musical es uno de los mejores recursos para estimular las habilidades cognitivas y sociales en la infancia. Además, el contacto con la música se vuelve clave para liberar emociones.
Estimula a los niños a ir más allá de sus propias limitaciones y a alcanzar sus metas. Transmite valores como la perseverancia, el autocontrol y la responsabilidad. Combina disciplina, coordinación, agilidad y habilidad mental.
La gimnasia da a los niños la oportunidad de aprender acerca de las habilidades sociales como escuchar, seguir instrucciones, tomar turnos, respetar a los demás, socializar y ser más independientes; desarrolla una serie de habilidades motoras y de coordinación y ayuda a desarrollar un buen sentido de la conciencia corporal.
Con este deporte se trabajan y ejercitan los músculos, la coordinación motora y el sistema circulatorio y respiratorio. Además, contribuye en el desarrollo de la independencia y la autoconfianza del niño.
Practicando este deporte los niños ganan resistencia física, velocidad, agilidad, mejor capacidad pulmonar y además estimula las hormonas de crecimiento y el desarrollo de los músculos y otros sistemas del cuerpo.
Estiramiento, adaptación a los ritmos y el trabajo muscular de diversas partes del cuerpo; añade a esto la diversión de cada clase.